En un spa, los tratamientos se basan en una determinada presión y temperatura del agua (que suele ser de 34 grados).
Según los mejores expertos, el agua no sólo sirve para relajar, sino que tiene un sinfín de usos terapéuticos, y cada dolencia tiene un tratamiento especial.
Al tratar este tema con expertos en la materia no podemos evitar el abrir cada vez más los ojos asombrados con los resultados, y es que en este país no existe casi cultura del agua como en países como Hungría o Checoslovaquia, donde el agua está integrada en su sistema de salud.
Basta de preguntar en cualquier spa para ver casos como el de ancianos que no volvieron a necesitar el bastón tras continuas series de tratamientos hidrotermales, o personas que nunca más han vuelto a tener lumbalgias.
Se deben acabar los tópicos, ante determinadas lesiones y enfermedades (crónicas o no), la mejor opción es la hidroterapia, sin importar la edad, sexo o condición física.
Y aunque se puedan curar determinadas dolencias y mejorar sus consecuencias, lo mejor es prevenirlas y evitarlas, y ahí es donde los spas juegan un papel fundamental: hemos de educar a nuestro propio cuerpo para ello y en un spa nos enseñan a hacerlo.